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jueves, 25 de enero de 2018

LAS CHORRERAS DEL CABRIEL


JOSE SAIZ VALERO
Presidente de S.O.S. Patrimonio Conquense

Introducción

 Tras el acuerdo del Consejo de Gobierno de la Junta de Castilla-La Mancha de iniciar el procedimiento de declaración de Monumento Natural “Chorreras del Cabriel” en los términos municipales de Enguídanos y Villora, como gran amante de este paraje (que sigue maravillándome desde hace casi cuarenta años) y como Presidente de S.O.S Patrimonio Conquense, me sentía en la obligación de colaborar en su divulgación y puesta en valor.
Este lugar es uno de los mejores ejemplos a nivel nacional de una rampa de tobas del Cuaternario, con un alto valor científico y paisajístico, con espectaculares cascadas y marmitas de gigante, producidas por la acción fluvial del río Cabriel.
El problema de saturación que vive este espacio natural es muy grave y desearía que este trabajo sirviese para conocerlas un poco más y concienciarnos de la necesidad de protección y conservación de este paraje, así como la necesidad de creación de normativas eficaces para evitar su degradación.
 1.- TOPONÍMIA
 El nombre de “Las Chorreras” se debe a los “chorros” o “chorreras” de agua que con mayor o menor intensidad se pueden contemplar a lo largo del cauce del río Cabriel en este lugar a lo largo de un kilómetro y medio.
Aquí el río Cabriel se encontró con un gran desnivel y labró grandes edificios tobáceos, cascadas y cuevas bajo su lecho, para, finalmente, hundirse en ellas y pasar a tener unas pocas brazadas de anchura, entre paredes rocosas encañonadas. Tal circunstancia obligó al río a retorcerse en este paraje en un caos de saltos y cascadas, generando edificios tobáceos, cuevas laterales y pozas de color esmeralda (marmitas) al pie de espumeantes rabiones salvajes. Unas gargantas que parecen brotadas de un auténtico cuento de hadas. En menos de cinco kilómetros de recorrido, en efecto, el Cabriel desciende en esta zona más de 120 metros de súbito desnivel y la erosión descubrió antiguos lechos marinos de la era de los dinosaurios (Jurásico y Cretácico) y depósitos de rodeno y yesos mucho más antiguos (del Triásico).
 2.- UBICACIÓN
 El paraje de las Chorreras se encuentra en el río Cabriel, uno de los ríos más cristalinos y vírgenes de Europa, compartiendo su espacio entre los límites de Enguídanos y Villora (en la provincia de Cuenca).
Las aguas han modelado este lugar y el proceso aún no ha terminado. El río Cabriel es uno de los ríos menos contaminados del continente europeo y por ello presenta un ecosistema fluvial bien conservado en el que destacan sus bosques y vegetación de ribera (chopos, sauces, pinos, carrascas, robles, cañas, juncos, carrizo, romero, madroño, lentisco, boj, etc.).

El paraje se encuentra junto a la denominada urbanización de “el Salto” que pertenece al municipio de Enguídanos y se inicia junto a la presa del embalse de Villora hasta la confluencia del río Cabriel con el Guadazaón conocida como Junta de los Ríos.

Las coordenadas:
| latd=39 | latm=42 | lats=19.37| latNS=N
| longd=1 | longm=37 | longs=05.60| longEW=W

4.- DESCRIPCIÓN

La construcción de la presa de Villora y la Central Hidroeléctrica de “Lucas de Urquijo” en 1910, y el desvío habitual de las aguas del río Cabriel al río Guadazaón mediante canalizaciones para la producción de energía eléctrica, son la causa de que hayamos contemplado hasta ahora, “Las Chorreras” como un lugar de esparcimiento, baño o deporte de aventura. Cuando hay crecidas o sueltas de agua los chorros se convierten en grandes cascadas y la velocidad de las aguas son otro gran atractivo paisajístico. En esas circunstancias (incluso en las habituales) hay que tener en cuenta la peligrosidad añadida de adentrarse en un paraje abrupto y resbaladizo con roca caliza pulida por la acción erosiva y la añadida carbonatación sedimentaria de las aguas. Se aconseja llevar un calzado especial como precaución si vamos con la intención de sortear las rocas y recorrer este tramo del río Cabriel. Ahora bien, esta práctica no es nada beneficiosa para el ecosistema que ha generado este espectacular paraje ni para las tobas presentes y futuras.
No es la primera vez que han ocurrido accidentes (alguno mortal) en este paraje. Existe una frase que se hizo popular en relación a una persona, en relación con las maderadas, llamada Pelayo (“Pelacho” como lo apodaban sus compañeros) que se quedó atrapada en la Cueva del Orón de las Chorreras durante una crecida del río Cabriel. La frase que exclamó una vez se puso a salvo fue “Adiós Salto, adiós Chorreras, no volveréis más a ver a Pelacho por estas tierras”. Es una anécdota, pero es importante recordarla como precaución en la visita de este paraje.

a)   Las Chorreras de Abajo:

En las Chorreras de Abajo lo más característico es la Cascada Mayor o Principal junto a la cual se encuentran tres pozas comunicadas entre sí. La intermedia es la más utilizada para el baño y las otras dos (la inferior y la que hay junto a esta cascada) son las más utilizadas por los niños.
Ascendiendo inmediatamente a esta cascada encontramos un lago represado con una zona de rocas calizas amplia para el esparcimiento. A su derecha, un poco más arriba unas choperas para refrescarnos a la sombra y una serie de pequeñas cascadas donde refescarnos. Subiendo, el río baja estrechamente el línea recta hasta llegar a una serie de pozas. A nuestra derecha se encuentra un edificio que hoy se utiliza en ocasiones para guardar ganado y un molino harinero en ruinas. Subiendo hacia arriba por el lecho del río nos encontraremos una represa desde la cual salen dos acequias laterales que a cierta altura se pueden ver desde las Chorreras (una a cada lado) que llevan el agua a las huertas de “El Salto” y del otro margen del río, las huertas de Villora. Inmediatamente, encima de esta represa, encontramos el Lago Mayor junto al cual se encuentra la Cueva del Horón con entrada y salidas, y por la cual también sale el agua cuando el nivel del Cabriel está crecido. Un poco más arriba se encuentra otra presa con una cascada de unos 10 m que suele utilizarse en los deportes de multiaventura y unas choperas para refrescarse.

b)   Las Chorreras de Arriba:

Las Chorreras de Arriba son las más utilizadas para el deporte de multiaventura. Lo más impresionante son las cascadas y pozas comunicadas interiormente y el lago con arena de río que se encuentra en su parte inferior. Una serie de cascadas y pozas, y túneles excavados en el margen derecho nos lleva hasta un lago que va a parar a la cascada de 10 m que se comenta como punto final de los Chorreras de Abajo y a la otra boca de la Cueva de El Horón. Un sendero paralelo discurre desde la explanada de las Chorreras de Arriba hasta la parte alta de esta Cueva desde el cual podemos ver le estrechez y encajamiento del río Cabriel en esta zona así como una serie de edificios tobáceos dignos de ser contemplados.
5.- ORÍGEN GEOLÓGICO (EL GEOLODÍA DEL CABRIEL DE 2012)
 Lo más espectacular de las Chorreras es el conjunto de tobas cuaternarias, de gran interés geológico, que empezó a producirse hace aproximadamente doscientos mil años cuando el lecho del río no era tan profundo. La extensión de este conjunto abarca unas 14,25 hectáreas desde la presa de Villora hasta la confluencia del río Cabriel con su afluente el río Guadazaón. El agua que discurría por el propio lecho del río en un paisaje menos abrupto y la circundante de fuentes y manantiales que iban a parar a este río realizaron un proceso erosivo singular. El propio río y las aguas superficiales crearon una serie de cuevas subterráneas que se desplomaron y, añadido a la carbonatación y los edificios tobáceos, originaron el paisaje que hoy observamos: un conjunto tobáceo cuaternario sobre un lecho de calizas jurásicas de una antigüedad aproximada de 180 millones de años (que son el lecho marino del mar de Tethis en continuas progresiones  y regresiones donde aún se puede observar fósiles de ammonites y belemnites).
Uno de los factores más importantes para el nacimiento de la roca de toba es que el entorno en que se forme sea rico en carbonato cálcico, hecho que se da en este lugar al estar rodeado de rocas calizas. El agua rica en este material provoca un proceso de fosilización, en el cual la calcita o carbonato cálcico se deposita sobre las plantas acuáticas y pequeños invertebrados vivos, que actúan como molde. Con el paso del tiempo tanto plantas como animales quedarán totalmente incluidos dentro de esta sustancia impermeable, que evita que el agua y el oxígeno, responsables de la descomposición de los organismos actúe, conservando los restos de animales y vegetales en perfectas condiciones, dando lugar a una roca fósil. El actuar de miles de años dará lugar a la formación de una barrera tobácea que aún hoy día sigue en proceso de formación. El organismo fosilizado se encontrará en magnífico estado, pero su extracción es extremadamente difícil.
Para el conocimiento y puesta en valor de las Chorreras como patrimonio geológico y cultural, realizaremos un viaje en el tiempo a través del Geolodía que se celebró en el año 2012 en las Chorreras del Cabriel. Cada año, en gran parte del territorio español y en el mes de mayo se escogen determinados lugares de interés geológico donde se realizan este tipo de evento de carácter cultural y lúdico, escogiendo paradas desde las cuales comenzar a entender el paisaje que nos rodea.
Los geolodías pretenden acercar a la sociedad tanto la geología como la profesión del geólogo. Consiste en una excursión de campo guiada por geólogos, totalmente abierta y gratuita a todo tipo de público. Se realiza en lugares interesante por su entorno geológico y se proporciona una información rigurosa a nivel divulgativo, permite ver estos lugares con ojos geológicos y vislumbrar algunos aspectos de cómo funciona la Tierra sobre la que vivimos y de cuyos recursos naturales dependemos totalmente. Es también una manera de sensibilizar a la población sobre la necesidad y la importancia de proteger nuestro patrimonio geológico.
El Geolodía que se celebró en mayo de 2012 en las Chorreras del Cabriel, entre Enguídanos y Villora, tuvo una duración de cuatro horas y asistieron unas cien personas a las que debemos expresar nuestro agradecimiento por ser partícipes en esta iniciativa cultural junto al IGME (Instituto Geominero) y la colaboración del Ayuntamiento de Enguídanos, entre otros.
Tuvo su inicio en la Plaza de Enguídanos, desde donde se desplazaron los participantes a través de la calle de La Virgen hasta Santa Quiteria y la Fuente de San Blas para llegar al río Cabriel. Una vez en su curso y río arriba, se cruzó el puente del Molino para continuar por el margen derecho del río hasta Las Chorreras.
PARADAS



5.1.- PARADA 1:
LOS    PICARCHUELOS   Y    SU    GRAN   SALTO    EN    EL    TIEMPO:    LA DISCORDANCIA ENTRE EL CRETÁCICO INFERIOR Y EL MIOCENO.
 La particularidad que tiene el río Cabriel es que es capaz de precipitar en Las Chorreras carbonato cálcico en ambiente continental. No muchos ríos en el mundo son capaces de hacerlo como lo hace el Cabriel. De hecho, en los estudios que se han hecho a nivel mundial, y a nivel de España, son muy poquitos los lugares en que ocurra este proceso. Luego veremos las singularidades para que ocurra este proceso.
Enguídanos tiene una geodiversidad altísima. Tiene rocas, minerales y fósiles que van desde el Triásico (de hace unos 251 millones de años) hasta la actualidad. No en todos los pueblos de España se están formando rocas en la actualidad y aquí tenemos toda esa variedad. Todas las rocas que vemos en Las Chorreras son de ambiente sedimentario, es decir, lo que nos vamos a encontrar en Enguídanos no es ni granitos, ni gneises… ni rocas que se han formado en el interior de la Tierra. Todas las que vamos a ver son rocas que se han formado en la superficie del planeta.
Todas estas rocas y estos carbonatos que llamamos Tobas de Las Chorreras se han formado en el Mioceno. El Mioceno es el periodo más reciente de la Historia Geológica de la Tierra y se inició hace sólo 23 millones de años.
Investigadores del IGME de estos sistemas fluviales, mediante uranio y torio, han calculado con muy poco margen de error la edad que tienen estas rocas. Los carbonatos o tobas de este sistema fluvial, en las Chorreras, se apoyan sobre materiales jurásicos.
Las rocas sedimentarias cuando se forman se disponen en forma de bancos horizontales, que se denominan estratos. En Las Chorreras podemos observar cómo se ponen en contacto estratos de una edad muy antigua con otros mucho más modernos.
En la parte inferior del valle del Cabriel podemos ver unos estratos de margas de color verde y calizas de color ocre, que están inclinados y justa encima, en la parte superior de la ladera se han acumulado capas de conglomerados y arenas de color anaranjado. En la línea que separa ambos conjuntos de rocas y que denominamos discordancia (lugar donde las rocas parece que no se ponen de acuerdo) han transcurrido la friolera de unos
¡125 millones de años! entre unas rocas y otras. En ese período de tiempo no ha habido deposición. En esa línea de discordancia están condensados esos 120 ó 125 millones de años. ¿Es mucho? ¿Es poco? No hay más que tener en cuenta, que el hombre como especie lleva sólo entre 6,5 o 7 millones de años y esa diferencia nos remonta a la época de los dinosaurios, pero en un ambiente marino como confirman las rocas y fósiles hallados entre sus sedimentos.

¿Por qué son importantes las discordancias para los geólogos? Mientras en disciplinas como la historia o la botánica se trabaja con lo que se ve y lo que queda, para los geólogos muchas veces es igual o más importante lo que no queda. Uno se pregunta qué ha pasado en esos 120 ó 125 millones de años. ¿Qué ha pasado durante ese periodo en  la península ibérica para que aquí no quede nada? Eso, lo podemos observar con los mapas paleográficos.
Hace 194 millones, en el Cretácico Superior, que es la edad que tienen las rocas calizas que hay en el bocadillo antes de la discordancia ante las rocas amarillo-anaranjadas, en la actual península ibérica todo lo que había al otro lado del noroeste de España era tierra sumergida. Imaginaros que ninguna de las montañas que tenemos en España se había formado todavía. En el Cretácico esta zona el territorio conquense formaba parte de una plataforma marina continental mientras los Polos (N y S) estaban fundidos. Los habitantes de Enguídanos que no eran otros que unos animalitos llamados moluscos, bivalvos, etc. vivían estupendamente como si estuviesen en el Caribe. Mucho más sol, ambiente tropical, variaciones estacionales mucho más débiles. Podía estar la plataforma sobre la que estamos muy poquitos metros (probablemente unos 9 metros de profundidad), por lo que ya entonces era un lugar paradisíaco. Anteriormente y durante el Jurásico se habían depositado todos estos materiales desde hace la friolera de 225 millones de años que podemos observar hasta el lecho del actual río Cabriel.

¿Qué pasó para que llegáramos a ese medio continente llamado Europa en el que estamos ahora? En ese intervalo de tiempo en el que aquí ya no se acumula nada; los continentes  siguen  su  deriva  continental  (se  mueven  y  seguirán   moviéndose). Hace 23 millones de años, al principio del Mioceno, el mar se retiró, llegaron glaciaciones, los Polos se volvieron a formar, los continentes se movieron, y en ese movimiento de los continentes chocaron unos contra otros y es cuando empezamos a tener la geografía más parecida a la actual. Francia ya estaba unida a España (de dicha unión surgieron principalmente los Pirineos); se empezó a abrir el Golfo de Vizcaya; la Península Ibérica empezó a ejercer una rotación por el empuje de la placa norte-europea de tal forma que llegamos a colisionar con África y en esa unión con África y Europa es donde se formó la Cordillera Ibérica (a este lugar llegan sus estribaciones). Y eso ocurrió sólo hace 23 millones de años.

A esta zona, después de que el mar tropical se fuera, sólo le quedaba levantarse y erosionarse. Aquí no existía ningún ambiente para que colisionaran rocas ni erosionarse. La discordancia no es una línea continua: habían valles antiguos, paisajes antiguos, hubieron varias transgresiones y regresiones marinas, vinieron organismos a colonizar esto medios, etc. Los últimos movimientos orogénicos con la Orogenia Alpina, que es la que forma la cordillera ibérica, rejuvenecieron mucho todas estas sierras y luego llegó el momento en el que esta Orogenia se paró. Hace unos poquitos millones de años (unos cinco) todas estas grandes fuerzas que empujan a la Península Ibérica se ralentizan sin poder ya ser capaces de levantar territorios como lo habían hecho en este período de tiempo. Es entonces cuando se vuelven, de nuevo, a acumular rocas.
Todos los conglomerados naranjas que se ven en la parte alta son de cuando ya la Sierra se ha levantado del todo y no le queda otra que erosionarse y venirse a estas cuencas interiores deprimidas de la misma Cordillera Ibérica y rellenarse de conglomerados.
¿Por qué son conglomerados y no son arcillas? Porque tienen el área fuente muy cerca. Los relieves son muy jóvenes, los ríos se están formando, y como si de grandes torrentes se tratases, arrastran material “a lo bestia”. Por ello son rocas muy diferentes a las que hoy podemos ver formarse actualmente en el fondo de este río.
5.3 LA ERA CUATERNARIA

Si le añadimos que el primer grupo y más antiguo se formó en el fondo de un mar tropical del Jurásico Superior y del Cretácico inferior, mientras que las rocas superiores eran antiguos abanicos aluviales formados en ambiente continental, podremos hacernos una idea de la cantidad de procesos geológicos que ocurrieron durante ese tiempo.
De hecho, James Hutton (1726-1797) escocés y médico (aunque nunca practicó esta disciplina), conocido como el padre de la geología, se dio cuenta al contemplar una discordancia angular similar a la que hay en Las Chorreras, que la edad de la Tierra no podía ser de 6016 años, como se creía en su época. Los geólogos y geofísicos modernos consideran que la edad de la Tierra es aproximadamente de unos 4.470 millones de años.
 5.2.- Las tobas y calizas de Las Chorreras.
¿Toba o travertino? Ahora mismo el Cabriel también se transforma en piedra
 Siempre ha habido una gran controversia entre los científicos para denominar este tipo de rocas. Los más comunes son toba y travertino. Está más aceptado emplear el término de tobas para las rocas carbonáticas, que se han formado en el medio continental, a partir de aguas a temperatura ambiente (cursos fluviales, manantiales, surgencias y orillas de lagos). En cambio, el término travertino debe emplearse para carbonatos continentales que están asociados con aguas y fuentes termales.

Como ya hemos dicho, las tobas se forman en un ambiente fluvial, y se forman a partir de todo el carbonato disuelto que trae el río Cabriel. En el margen izquierdo de subida hacia el molino podemos observar estas tobas laminadas fuera del actual lecho. Son rocas sedimentarias (formadas en la superficie del planeta). Como otros sistemas fluviales, el del Cabriel, lleva aparejado una serie de acuíferos subterráneos. Toda el agua que llueve y se filtra en nuestra tierra pasa a profundidad por todos los poros y grietas de las rocas, se van acumulando y se vierten al río. Kilometro a Kilómetro, el Cabriel va disolviendo las calizas y las dolomías, que se habían formado en las plataformas marinas del Jurásico y del Cretácico. Cuando las disuelve, el carbonato, que es iones de carbono, oxígeno, calcio y algo de magnesio, separa esas moléculas y las trae en disolución. Cuando el río Cabriel sale en superficie a través de esos manantiales, el CO2 (dióxido de carbono) que en ambiente subterráneo va contenido, como en una botella de refresco o de cava, escapa a la atmósfera. En ese proceso los iones allí disueltos son capaces de volverse a juntar volviéndose a formar las partículas de carbonato que va depositándose como un tapiz sobre el fondo, troncos y vegetación fluvial. En el lugar, expuesto como ejemplo, se pueden contar fácilmente las láminas que se han ido acumulando de carbonato. En el Geolodía de 2012 se llegaron a contar hasta once bien visibles (pero hay muchísimas más). La particularidad de estas rocas es como si tuviéramos un libro con hojas, como láminas.
Cada primavera, cuando descargan los acuíferos, durante el verano y el otoño, se acumula el carbonato que cae y forman una lámina. El invierno el sistema se ralentiza un poco. Cada primavera ocurre este proceso, de tal manera, que cada año se forma una lámina para ir creando este “libro”. Si fuéramos capaces de contar todas las láminas, sabríamos el tiempo que tardó en formarse esta toba y los años que el Cabriel lleva tapizando Las Chorreras. En algunos lugares de las Chorreras suele tapizar rocas, musgos, caracolillos, etc.



¿Pero quién vive también en las Chorreras que nos ayuda a formar estas láminas tan maravillosas? Nuestras amigas las cianobacterias.
Las cianobacterias son unos organismos microscópicos que en su ciclo vital acumulan y precisan el carbonato alrededor de sus nidos. En un milímetro cogen mil micras (para que veamos lo pequeñas que son). Gracias a que viven aquí se forman las láminas. En estas láminas se pueden ver una serie de palitos verticales que son los “pelitos” de las cianobacterias. Junto a esas láminas se encuentran otros tipos de carbonatos que se han rellenado de raíces, hojas, maderas, animalillos, etc. que no son tan laminares. Las Chorreras, en sí mismas, son un museo al aire libre.


Cianobacterias
Pero esto no solo es cosa del pasado, actualmente este proceso ocurre ante nuestros  ojos. En las Chorreras también viven cianobacterias en la actualidad, de hecho son las responsables del color turquesa de las pozas. Los científicos han planteado dos hipótesis para invocar los procesos de formación bianual de las láminas. Lo primero es que se produzca un cambio estacional en la asociación microbiana predominante. Por ejemplo, la lámina de invierno-primavera está formada por películas de carbonato sobre diatomeas y la lámina correspondiente a la precipitación de verano-otoño se desarrolla a partir de comunidades de cianobacterias. Mientras que la segunda hipótesis plantea que la laminación corresponde con cambios estacionales en la cantidad de calcita inorgánica que se precipita. En este caso la calcita precipita como partículas microcristalinas que recubren las vainas de las cianobacterias y el espesor de estos recubrimientos varía entre las láminas más porosas y las más densas. Las vainas con un recubrimiento más delgado forman la lámina más porosa y las láminas densas se forman por agrupamiento de vainas con un recubrimiento de mayor espesor.


“El Libro”, con su estructura laminar sobre el actual cauce del río Cabriel
ATENCIÓN: Estas zonas son las más sensibles del sistema actual. No hay problema por bañarse en las pozas pero, por favor, no pises las zonas de cascada y tobogán donde precipita el carbonato.
Esto nos lleva a una paradoja. Si queremos conservar Las Chorreras a futuro debería prohibirse el baño en las cascadas y toboganes y prohibir o cambiar la forma de hacer barranquismo en las mismas. Podrían darse saltos sobre las pozas y el agua, pero no deslizarse por los toboganes y cascadas que tanto dañan al ecosistema y formación de tobas.
5.3.- El Cabriel vertía sus aguas al vecino Guadazaón
 En la ladera oeste del valle, frente a la parada anterior, hay otra discordancia. En este caso separa las margas verdosas del Jurásico (unos 140 Ma) de unas rocas carbonáticas porosas de color anaranjado del Cuaternario, que son tobas iguales a las que vemos en Las Chorreras. Las primeras preguntas que nos surgen son: ¿qué es una toba? y ¿por  qué están allí arriba? Todo comienza hace mucho tiempo y muy lejos de aquí. El río Cabriel desde su nacimiento se alimenta de manantiales y atraviesa rocas carbonáticas (calizas y dolomías) del Mesozoico (250-65 Ma). En este largo camino subterráneo las aguas se cargan de CO2 y de bicarbonatos disueltos. Cuando estas aguas salen del subsuelo y retornan a la superficie, tanto en el cauce como en manantiales o surgencias, los procesos químicos se invierten y se produce la desgasificación del agua (como al abrir los refrescos de cola o al descorchar una botella de cava), favoreciendo ahora la precipitación de carbonato cálcico. La pérdida de CO2 no sucede en todos los tramos del río, se produce especialmente en los saltos de agua y cascadas. Para que se formen tobas en medios fluviales también es necesario la presencia de ciertas bacterias y de vegetación acuática en condiciones climáticas, hidrológicas e hidrodinámicas favorables.
Estas tobas, que tendrán unos 40 m de espesor, están en lo alto de la ladera porque el antiguo río Cabriel no tenía un valle como el actual y circulaba a una mayor altura en comparación con su cauce actual. En este punto vertía sus aguas cargadas de carbonatos a su vecino el río Guadazaón y en ese salto también se formaron tobas. Eran las primitivas Chorreras, es decir, el lecho del antiguo Cabriel.
Durante ese período y todo el tiempo que el Cabriel circulaba y tenía su lecho en la parte alta, se fue formando de manera subterránea y por filtraciones, la conocida cueva de El Horón y parte del lecho sobre el que actualmente está encajado el río Cabriel en la parte alta de Las Chorreras y desde el cual comenzaron a iniciarse las actividades de barranquismo.



Formacion tobácea en el valle del Cabriel
Estas tobas tienen una edad estimada en unos 120.000 años, que es el mismo tiempo en que Homo sapiens sapiens comenzó a expandirse por Europa  desde oriente próximo y la península estaba poblada por Homo neanderthalensis. Estos hechos no son casuales y coinciden con un periodo climático templado a nivel global en el planeta que se denomina ‘interglaciar’. Entonces la península Ibérica era más cálida y más húmeda y en numerosos ríos de la cordillera Ibérica se formaron depósitos de tobas. Quizás algunos neandertales disfrutaron de unas espectaculares Chorreras, muy distintas a las que actualmente podemos contemplar. El lecho actual del Cabriel es más moderno. Cuando la sierra se levantó y el Cabriel empezó a labrar toda esta zona iba por la zona alta y los carbonatos los depositaba allí.


Las Chorreras hace unos 120.000 años
¿Qué ocurre para que existan carbonatos allá arriba y tengamos en la parte de abajo carbonatos otra vez? La explicación está en los cambios climáticos que podemos ver en el “diario del Clima”.
No hubo formación de tobas en el río Cabriel en el intervalo de tiempo desde que se formaron las tobas del interfluvio del Guadazaón, en el último interglaciar hace unos
120.000 años, hasta que se formó la rampa de tobas de Las Chorreras del interglaciar actual Holoceno, en los últimos 9.000 años. Durante ese intervalo de tiempo ocurrió la última gran glaciación en todo el planeta. Durante las épocas glaciales la lluvia en la península disminuyó considerablemente y, sobre todo, se redujo la cantidad de agua móvil en los ríos, al retenerse en forma de hielo en las montañas. Además, hubo un gran descenso del nivel del mar y los ríos, entre ellos el Cabriel, tenían que adaptarse al nuevo nivel de base, siendo sistemas muy erosivos, que profundizaron los valles.
Sobre esta nueva topografía que formaron Las Chorreras al finalizar la glaciación. Son muy especiales por muchos motivos, pero sobre todo porque en muy pocos lugares en el mundo la toba se origina por la presencia de cianobacterias, que hacen que el carbonato precipite en forma de láminas, como ocurre aquí. Si nos fijamos en detalle son como las páginas de un libro y se distinguen láminas milimétricas de color crema que alternan con otras láminas de color caramelo oscuro. Lo más frecuente es que se formen dos por año, donde la lámina más clara y porosa corresponde al carbonato formado en invierno- primavera y la lámina más densa precipita en las estaciones de verano-otoño. De esta forma, cada par de láminas corresponde a la precipitación en un año y si se cuentan todas las láminas de la toba podríamos conocer su edad con bastante precisión.
Estudiando estas rocas también podemos saber cómo era el clima en el pasado. Para conocer estos datos se usan los isótopos de dos elementos químicos: el oxígeno y el carbono presentes en cada lámina de carbonato. En función de la proporción entre isótopos pesados y ligeros a lo largo de las láminas podemos inferir la temperatura a la que precipitaron cada año y ¡¡¡podríamos saber la temperatura del verano de hace 5.000 años!!!


Gráfico del tiempo
En el gráfico del tiempo (diario de clima), si la curva sube, hace calor y en el planeta estamos como actualmente (los polos están restringidos al norte y al sur, no hay muchos glaciares, hace buen tiempo, llueve, etc.). Cuando la curva está abajo estamos en momentos de glaciación. Entre los carbonatos correspondientes existentes arriba y los actuales de abajo existió la última gran glaciación del planeta por lo que no  hay registros de carbonatación (los polos tenían una extensión mucho mayor, todas nuestras montañas tenían glaciares alpinos y el nivel del mar había bajado del orden de 120 m para llegar a la primera línea de playa).


Gráfico de variación de temperatura al largo de los siglos
Cuando acaba la glaciación (hace unos 15 mil años teniendo en cuenta que el máximo glaciar fue hace unos 30 mil), entramos en un ciclo climático cálido (Oloceno). El Cabriel que se encajó y tuvo que excavar y remontarse todo ese curso y llegar al Júcar hasta los 120 metros de profundidad del mar, se relaja, ya no le cuesta tanto trabajo llegar al mar, se adapta a este nuevo lecho y las cianobacterias encuentran un estado apacible para desarrollarse y es cuando precipitan todo el sistema de rampas que conocemos en las actuales Chorreras. Estas rocas sólo crecen en estados interglaciares. En esta zona de las Chorreras aún puede verse como el carbonato en el lecho del río sigue cubriendo de cal troncos y la superficie del lecho del río.


Las Chorreras en el Holoceno inferior



ORIGEN DE LA CUEVA DE ” EL HORÓN”


LAS CHORRERAS EN LA ACTUALIDAD

5.5.- Chorreando agua y cal: El encajamiento del río Cabriel en Las Chorreras.

 Como bien nos describen J. A. González Martín y Mª. J. Gonzáez Amuchastegui en su libro “Las Tobas en España”, “El interés que, en las últimas décadas, han despertado los dispositivos tobáceos en distintas disciplinas cientíıficas radica en diversos hechos. Entre ellos:
  • sus afloramientos constituyen auténticos archivos paleoambientales donde pueden estudiarse las pretéritas fluctuaciones climáticas, especialmente del Pleistoceno y del Holoceno, tanto a través de su señal isotópica (δ 18O y δ 13C) como de los testigos botánicos, malacológicos, etc. que conservan en su interior carbonatado;
  • además, distintas técnicas de cronología absoluta (U/Th, 14C, Racemización, Electron Spin Resonance -E.S.R.-) permiten ubicar la información paleoambiental en un marco evolutivo o en un contexto cronoestratigráfico; – la espectacularidad y el elevado valor de algunos de los paisajes asociados a estas formaciones (sobre todo en el caso de cascadas, lagos, ciertos tramos fluviales, etc.) ha conllevado su catalogación patrimonial y la necesidad de una adecuada protección dada la vulnerabilidad de las tobas y de las dinámicas de sus geosistemas;
  • su valor arqueológico, histórico y cultural pues en el transcurso del tiempo los sistemas tobáceos han ofrecido al hombre un enorme atractivo en razón de sus múltiples posibilidades: lugar de refugio, abundancia de caza y pesca, fuente de acopio de recursos naturales (madera, pastos, etc.), notable fuerza motriz en los saltos de agua para el movimiento de los ingenios hidraúlicos, suelos muy aptos para la agricultura, etc. Otro aspecto radica en el aprovechamiento que las tobas han tenido como roca constructiva desde los tiempos protohistóricos hasta los actuales, unas veces en forma de sillares y sillarejos y otras, para cubrir vanos aprovechando su bajo ”
 Precisamente, las Chorreras del Cabriel son un buen ejemplo para comprobar todo esto, como también podemos encontrar en el término de Enguídanos ejemplos de espectacularidad en la Hoz Cerrada, junto a la antigua ermita de San Miguel en el camino de La Vega o en la construcción del castillo de Enguídanos con material tobáceo.
Etimológicamente, la palabra toba deriva, según el Diccionario de la Lengua de la Real Academia (1970) del latínn tofus y hace alusión a “una piedra caliza muy porosa y ligera, formada por la cal que llevan en disolución las aguas de ciertos manantiales y que van depositándola en el suelo o sobre las plantas u otras cosas que se hallan a su paso”.
La acumulación de los dispositivos tobáceos exige el funcionamiento de un complejo conjunto de procesos que se interrelacionan en un marco dialéctico de acción-reacción y donde los factores geoambientales juegan un papel primordial, aunque no exclusivo. También intervienen, entre otros, los condicionantes morfo-estructurales del área donde se emplazan las tobas y los hidrológicos que incluyen las propiedades y naturaleza de los acuíferos kársticos, así como la descarga de sus flujos de agua. Todos ellos regulan los tipos de precipitación de los carbonatos y sus tasas de crecimiento.
En el punto más alto de las Chorreras de Abajo y a la derecha de la Cueva del Horón, encontramos un edificio tobáceo donde se observa la morfología en rampa de Las Chorreras que tienen una edad de 6.700 años, que se ha calculado con métodos radiométricos. Las tobas cuando crecen forman una rampa en el río y altera de manera importante la topografía del valle fluvial. En el frente de rampa de las Chorreras nos podemos imaginar cómo el agua descendía en forma de cascadas, tapizando de carbonatos estratos de calizas inclinadas del Jurásico.


Edificio tobáceo en rampa con una antigüedad de unos 6.700 años
Otros organismos vivos, además de las cianobacterias, tienen un papel fundamental en la formación de las tobas porque actúan de soporte para su precipitación, como los musgos, las algas y algunos animales (protozoos, rotíferos, anélidos, crustáceos, hasta larvas de insectos). De esta forma, los cristales crecen formando una especie de corteza o coraza alrededor de ellos. Cuando quedan totalmente rodeados por el mineral, la materia orgánica muere, se pudre y desaparece, quedando un hueco en su lugar y la roca tiene un aspecto de ‘queso suizo’. El carbonato reproduce, en ocasiones fielmente, la forma y ornamentación de estos vegetales. Al final de todo el proceso, se origina una roca muy porosa, ligera, poco resistente y de aspecto superficial muy caótico, a menudo con delicados grabados de hojas, helechos o tallos, donde incluso pueden quedar incluidos las conchas de gasterópodos de agua dulce.


Tobas calcáreas
Asimismo, en este lugar podemos observar cómo el hombre utilizó el edificio tobáceo como refugio y corrales de ganado una vez el río se encajona en esta parte alta y deja de circular por el mismo edificio.
El año 1914 supone un antes y un después en Las Chorreras, pues Hidroeléctrica Española construye aguas arriba la presa y la central del Salto de Víllora, modificando drásticamente el caudal del río Cabriel en este punto. Desde esta fecha se produjo la erosión y el fuerte encajamiento del río, que corta la rampa de tobas. En su encajamiento podemos ver un corte perpendicular de la rampa como si fuera una cascada petrificada. En estos cortados se intercalan sedimentos arenosos y gravas entre las láminas de la toba.
También es posible, en la parte alta y en el interior del encajamiento, encontrar troncos de árboles que no están fosilizados entre las láminas de la toba. Estos troncos quedaron atrapados en el cauce y han sido recubiertos por el carbonato. Algunos han desaparecido dejando un “negativo” o agujero cilíndrico allí donde fue atrapado.
Mención aparte, tiene la Cueva de El Horón en el término de Enguídanos, el particular lago verde turquesa junto a la misma y la gran cascada. También una serie de presas artificiales para reducir la velocidad de caída del agua unido al camino para transportar la madera de las maderadas y el canal para evitar los difíciles accesos por los que debían circular dichas maderas en las Chorreras como veremos en el último capítulo dedicado a las maderadas.


Vista de las Chorreras desde La Muela con la cascada petrificada y el edificio tobáceo en rampa al fondo.


Edificio tobáceo y troncos de árboles encajados recubiertos de carbonato



























Edificio tobáceo y troncos de árboles encajados recubiertos de carbonato





El “Lago” con sus aguas verde turquesa y la cueva de El Horón


Encajonamiento del río Cabriel en la parte alta de Las Chorreras.
La instalación de la presa también supuso el fin de las ‘maderadas’ y los ‘gancheros’ por Las Chorreras. El río Cabriel ha sido ruta maderera ininterrumpida hacia el Mediterráneo desde tiempos de los árabes hasta principios del siglo XX. Las maderadas iniciadas por los árabes las siguieron y propiciaron los reyes de Valencia que contrataban con los de Castilla contantes suministros de madera y los mismos reyes de Castilla que llevaban hasta Cullera las maderas que debían llegar hasta Algeciras para la Real Armada Española o al Arsenal de Cartagena, entre otros.
En la parte alta de la Cueva de El Horón podemos encontramos un sendero trabajado desde antaño desde el cual podemos observar cómo el río se encajó sobre la antigua cueva, varios túneles de la antigua gruta y edificios tobáceos en altura del antiguo cauce, alguna que otra cueva reutilizada por el hombre, las marmitas y playita donde actualmente se inicia el barranquismo y una zona de explotación de la  toba  que nuestros antepasados utilizaban como material de construcción.


Inicio del barranqismo y comienzo del encajamiento del río Cabriel


Bloques diagramas de la evolución de Las Chorreras desde su inicio en el Holoceno hasta su disección

ANEXO: CÓMO SE FORMAN LAS TOBAS CALCÁREAS

 La toba calcárea es una roca caliza muy porosa, una variedad de limo, formada por la precipitación de carbonatos a partir de cuerpos de agua dulce a temperatura ambiente.
Las aguas de lluvia están poco mineralizadas y contienen muy baja cantidad de dióxido de carbono CO2. Al cruzar el suelo esas aguas se cargan del CO2 producido por la actividad biológica de los vegetales y bacterias, pudiendo disolver rocas calcáreas. Así, el agua muy cargada en CO2 puede disolver las rocas calcáreas del acuífero durante su trayecto subterráneo. Se lleva entonces con ella los iones calcio (Ca2+) y carbonato (HCO3-) disueltos.
Al salir del subsuelo en manantiales, cascadas o ríos es cuando el agua se desgasifica (pierde CO2), por turbulencia o por la acción biológica de las plantas al usar el CO2 en la fotosíntesis, y precipita el carbonato cálcico (CaCO3) en forma de calcita.
Los pequeños cristales se depositan en forma de una corteza calcárea sobre los vegetales presentes en la fuente, manantial o río. Son principalmente los musgos, tallos o cualquier otro vegetal que sirven de apoyo. La superposición de esas capas sucesivas forma la roca llamada toba.
Cuando el apoyo vegetal muere y desaparece, deja el sitio que antes ocupaba vacío y queda sobre la roca el negativo de ese vegetal que es el responsable de la porosidad de aspecto cavernoso de la toba. La toba se encuentra ampliamente distribuida por la península asociada a sistemas fluviales y lacustres.
En las zonas kársticas formadas por roca caliza, el agua disuelve la roca y se carga de carbonato de calcio, razón fundamental de la formación de simas y cuevas, pero dicho mineral se puede depositar posteriormente en distintas formaciones, entre ellas las conocidas estalactitas y estalagmitas. En determinadas condiciones, como en aguas termales o en cascadas, estos depósitos forman el travertino, una roca compuesta de calcita, aragonita y limonita, de capas paralelas con pequeñas cavidades, de color amarillo y blanco, traslúcida y de aspecto suave y agradable. Pero como ya se ha dicho, en las aguas termales se denomina travertinos y en ambientes continentales como cascadas y toboganes, se llaman TOBAS.
La atracción turística que reciben los sistemas tobáceos activos es muy importante y generan notables recursos económicos derivados de su visita (White, 1993; Knezevic, 2007; Vázquez Rosa, 2011). El valor estético de estas formaciones, y su consiguiente interés recreativo y turístico, ha propiciado que sean objeto de uso público, existiendo numerosos ejemplos de afloramientos tobáceos equipados con diversa infraestructura para su visita y divulgación. En cualquier caso, se debe insistir en que no todos ellos, activos o no, gozan de protección legal, conocimiento científico, infraestructura turística, o adecuada interpretación y gestión.
5.6 LAS MADERADAS EN EL CABRIEL
 Las Chorreras es un paraje con una espectacular y salvaje belleza que el agua dibuja y ha ido creando unas veces en forma de cascadas, otras en forma de rápidos toboganes, de remansos, de balsas o repentinos giros que el hombre modificó abriendo túneles en la roca para alinear la corriente y facilitar la salida de los troncos que, cortados y echados al río en Quelasa, aquí se estacionaban estancados sin poder encontrar la salida e impacientando a los de Valencia y Denia que los esperaban en Alcira o en Cullera. Aún se conservan una serie de cruces en estos túneles y senderos de las Chorreras como marcas del paso de estas maderadas en las Chorreras, y aparte de los troncos que fueron arrastrados de las riberas con las subidas y crecidas y que quedaron cubiertos del carbonato cálcico, innumerables troncos quedaron encallados en estas maderadas en los recodos del abrupto paisaje de las Chorreras.
Sin estos túneles el geógrafo medieval Al—Idrisi no podía haber dicho al describir la ruta árabe Córdoba—Cuenca—Zaragoza. El río de Quelasa, —no río Quelasa— que no es otro que el Cabriel, compitiendo con su hermano el Guadalaviar, ha sido ininterrumpida ruta maderera hacia el Mediterráneo desde tiempos de los árabes hasta principios del siglo XX.
Las maderadas iniciadas por los árabes las siguieron y propiciaron los reyes de Valencia que contrataban con los de Castilla contantes suministros de madera y los mismos reyes de Castilla que llevaban hasta Cullera las maderas que debían llegar hasta Algeciras para la Real Armada Española o al Arsenal de Cartagena.
Al amparo de estas maderadas o almadías que discurrían por el Guadalaviar y por el Cabriel hasta Valencia, aparte de los famosos y arriesgados gancheros y de las célebres “bonacheras” —típico vocablo de la cabecera del Cabriel— que atendían a los porteadores, nacieron también cuadrillas de asaltantes y piratas que secuestraban, retenían o robaban la madera cuando entraban desde el Cabriel al Júcar.
Muy bien las describen sus autores Juan Piqueras Haba y Carmen Sanchos Deusa en su Cuaderno de Geografía “El transporte fluvial de madera en España”:
La madera que no era retenida en Cuenca seguía su viaje de 400 km hasta llegar a Alzira, discurriendo primero por la Mancha y luego, ya en tierras valencianas por los cañones del Macizo del Caroche, en un viaje que podía durar hasta nueve meses. Era mucho más rentable bajar madera por el Cabriel, por ser más corto y cómodo el recorrido. No es casual que las noticias anteriores al siglo XIX citen como lugar de origen de la madera que llegaba a Alzira la zona del Cabriel y no la del Júcar.”
 Habría que esperarse a la construcción del Ferrocarril para que las maderadas por el Júcar tuviesen su relevancia. El siglo XX y la construcción de presas y azudes fueron su punto final.
 “El origen de las maderadas que bajaban por el Cabriel estaba en los bosques de su cuenca alta y de sus afluentes el Campillos y el Guadazaon. Nombres ligados a la extracción de pinos son Cañete, La Huerta del Marquesado, La Cierva, Campillos de la Sierra, Boniches, San Martín, Pajarón, Pajaroncillo y, aguas más abajo, Enguídanos y la zona más occidental de la Tierra de Requena ( donde hoy está el embalse de Contreras). A mediados del siglo XIX el principal punto de embarque estaba en la Herrería de Cristinas (término de Pajaroncillo), para bajar al cual desde los pinares de Boniches, Campillos y Villar del Humo había un camino llamado del Arrastradero, topónimo que todavía se conserva


Embarcadero de Cristinas y Camino del Arrastradero (Minuta MTN50)


Acarreo de maderas (Foto publicada por Jorge Juan Orusco Pérez)
Bien detalladamente describe el paso de estas maderas por el Cabriel Miguel Romero Saiz en sus “Pueblos y Monumentos, Serranía Baja Conquense”:
La Edad Media le vinculará al poderío de Moya, formando parte de su Marquesado a lo largo de su existencia. Ya en época de dominio musulmán sus pinares fueron explotados, cuya madera era esencial para la construcción de barcos en los astilleros del Levante.
 Después de la corta en sus ricos montes, se recogían en mulas para ser trasladadas hasta la herrería de Cristinas. En la citada herrería o en la de la Huerta, sus maderas, junto a las de Villar del Humo, consideradas excelentes, después de ser cortadas por los afamados hacheros de la zona, eran trasladadas por los gancheros que seguían el cauce fluvial por el de Carboneras y Cardenete durante un mes a causa de la escasez de agua que llevaba el río.
 Tras pasar los “Fuertes de Boquilla de Roque”, el salto de Víllora y los “túneles” del Gallinero, la maderada seguía por el caz del “molino del Marquesado”, el paso del Peñascal, atravesando los términos de Enguídanos, Mira, Minglanilla, Villalgordo, Villamalea, Casas Ibáñez, Venta del Moro y Requena, hasta llegar, en cincuenta días, a dar al Júcar en Cofrentes.
 Otras veces, los gancheros de San Martín cuando eran pinos fáciles de transporte, los hacían descender, si el caudal lo permitía, por el río Víllora (o San Martín) hasta su desembocadura en el embalse de Enguídanos.


Maderada (Publicada por Juan Piqueras Haba)
El procedimiento que se seguía en estas maderadas ya lo conocía perfectamente Pedro Martín, bayle de Miramar, pues no en balde -como él mismo declararía el 24 de noviembre de 1580 ante el inquisidor Alonso Jiménez de Reinoso, con motivo de la visita de éste a Gandía- desde 1554 hasta 1572 estuvo encargado (junto con L. Rodríguez, de Gandía) “de hazer cortar la leña y madera que el dicho señor duque de Gandía (Francisco Carlos de Borja conocido como San Francisco de Borja) comprada en los pinares del término de la villa de Enguídanos (Cuenca) y, cortada, hazerla traer (flotando) por el río Capriel y por el río Xúcar, hasta sacada fuera del agua en Cullera. Y, en este tiempo, para el dicho ministerio se serbían de moriscos del lugar de Cofrentes y Val de Ayora.” (AHN, Inquisición, leg. 806, II, fol. 55 r° y v°.).



San Francisco de Borja, un gran proveedor de las maderas de Enguídanos.
La leña era, en efecto, otro de esos elementos imprescindibles para la fabricación del azúcar y, en consecuencia, su aprovisionamiento no se podía dejar a la improvisación.
Y, así por ejemplo, el 29 de marzo de 1555 don Guillem Ramón Pujades, procurador de don Carlos de Borja, firmaba ante el notario Nofre Pérez de Culla un poder a favor de Cristóbal de la Calle (criado del duque) y del mercader Dionisio Rodríguez para que “podáis entender y entendáys en el (sic) administración de toda la madera, leños o árboles que su señoría tiene comprados para los trapiches de los açúcares de la villa de Gandía (…) y señaladamente de los pinares que su señoría tiene comprados en el término de la villa, de Enguídanos, del reyno de Castilla”.(AHN. Osuna, leg. 1.311/14) (Bibliografía: 60 REVISTA DE HISTORIA MODERNA N° 24 (2006) (pp. 31-66) ISSN: 0212-5862 El nacimiento de un señorío singular: el ducado gandiense de los Borja).
Manuel Cambra Martí nos describe su paso por Víllora y Enguídanos (y como no, por las Chorreras):
Muchas historias y chascarrillos he escuchado en el Salto de Víllora –referente a los gancheros y las maderadas, contadas por la numerosa familia de los “Chimeneas” de la que desciende Luisa, mi mujer; todos nacieron en el molino harinero de “El Golpecillo”, sito en ese admirable lugar, antes de la construcción de las presas y la central eléctrica. Fueron testigos directos del siguiente relato:
 Desde Enguídanos, siguiendo el Cabriel, río arriba, a unos dos kilómetros, en la huerta de Martín de Mora, las “Bonacheras” llamadas así –según dicen- por ser originarias de Buenache de la Sierra, abastecían a los gancheros. Otro punto de abastecimiento eran las huertas del Vado, hoy del Agujero, necesario debido a la longitud de las maderadas, divididas en tres partes, -la delantera, la del centro y la zaga-, la delantera tenía la misión de eliminar obstáculos que impidiesen el paso a la maderada, haciendo lo necesario para estrechar la corriente, saltar un peñasco o pasar sobre una presa, haciendo a veces atrevidas obras de ingeniería con solo la superposición de las mismas piezas que conducían, para que al llegar la parte central, pueda seguir su camino sin problemas, por el camino preparado, siguiéndola los gancheros desde la orilla, o puestos sobre las piezas que la componen. La zaga se dedica a destruir las obras hechas por la primera.
 El río Cabriel tiene su embarque cerca de la herrería de Cristinas, y a veces, algo más abajo, en La Huerta, yendo la conducción de las maderadas sin arriesgadas maniobras hasta el término de Cardenete; con obstáculos después de la boquilla de San Roque y Víllora, donde las “bonacheras” abastecían a los gancheros, y estos, acondicionaban la madera para el difícil descenso de los rápidos del Salto de Víllora, entre las Huertas del Vado y las Huertas de los Chimeneas, siguiendo después su marcha sin demasiados embarazos hasta Cofrentes, donde se unían al Júcar.
 Desde San Martín de Boniches, cuando el caudal del río Víllora-San Martín lo permitía, descendían la madera hasta unirse con la del Cabriel en Enguídanos.


Bien pudieron ser así las maderadas en las Chorreras como en este paso. Fotografía: Maderada (Jorge Juan Orusco Pérez) 1917


Camino maderero desde la zona del Bujioso hasta las Chorreras del Cabriel.
Juan Piqueras Haba y Carmen Sanchos Deusa siguen con esta descripción:
Aunque el Cabriel era un río bastante apropiado para la conducción de madera (no tiene tantos meandros y vados como el Júcar ni el corto caudal y la profusión de azudes del Turia), no faltaba desde Cristina hasta Cofrentes algún que otro paso complicado. El peor de todo era el Salto de Víllora (Las Chorreras), a unos 25 km aguas debajo de Cristinas y muy cerca de su confluencia con el Guadazaon, donde el Cabriel se precipita por una serie de cascadas con más de 100 m de desnivel que harían imposible el paso de las maderas, si no fuera por una acequia abierta en su marquen izquierda” que, si bien tiene bastante pendiente, sirve al menos para evitar las cascadas” (Gómez Ortega 1865,58) y por lo que era necesario ” pasar la madera pieza a pieza, operación sumamente entretenida” (Bosch, 1866,391). En el mismo lugar hay unos túneles por donde entra el río que probablemente, como apunta Emeterio Muga a comienzos del siglo XX, podrían haberse hecho de manera artificial para facilitar en tiempos pasados el paso de la madera (Muga, ca, 1920,197).
Estos túneles, como ya se ha expuesto, formaban parte de las galerías de la gruta o cueva de “El Horón” que empezó a formarse bajo el antiguo lecho del Cabriel que circulaba a mayor altura por las filtraciones de sus aguas.


Río Cabriel y Turia. Madera para la Armada. (Juan Piqueras Haba)
Como ya publicara Miguel Bosch en 1866, el río Cabriel reunía “mejores condiciones que el Júcar para la conducción de madera hasta Cofrentes, ya que sus aguas no son aprovechadas para el riego sino en dos o tres puntos y, por consiguiente, está limpio de presas. Su cauce es menos tortuoso que el anterior (el Júcar), lo que permite hacer el viaje de conducción a Alzira en cinco o seis meses” (de tres a cuatro menos que por el Júcar) ( Bosch, 1866,391). No era literalmente cierto que el Cabriel estuviera libre de presas. Además de las presas de estacas o madera en Enguídanos y la presa del General Crespo, había al menos media docena entre Contreras y Cofrentes, pero todas ellas estaban construidas de tal forma que a penas obstaculizaban el paso de las maderadas.
En su visita a los ríos Júcar y Cabriel, el arquitecto A. Martorell describe las presas que había en 1878 sobre el Cabriel, desde su confluencia con el Júcar en Cofrentes (donde inicia su viaje) hasta Cristinas y confirma que todas ellas, excepto la de Casas del Río, eran de construcción reciente y estaban formadas por “estacas o pilotes, carreras y durmientes… con portillo para el paso de maderas”.
No siempre llegaban a Cofrentes para seguir luego su camino por el Júcar hasta Alzira o Cullera. La construcción de la vía férrea de Valencia Utiel en 1885 facilitó que aguas debajo del puente de Contreras (inaugurado en 1852, y por donde pasaba la carretera de Valencia a Madrid) se habilitase en la orilla izquierda del Cabriel  un desembarcadero en el que se separaba una parte importante de madera que eran transportadas en carros por carretera hasta Utiel, donde había aserradores de importancia (García Berlanga, 1974). Efectivamente, a comienzos del siglo XX, Utiel contaba con siete almacenes de madera (Bailly – Bailliere, 1930) que, además de abastecer de madera a las carpinterías locales, expedían por su estación de ferrocarril con destino a Valencia una media anual de 11.100 tm de tablones (Sanchis Deusa C., 1988, 177).”.
 EPÍLOGO
 Más allá del aspecto descriptivo, me quedo con el reconocimiento emocional de D. Antonio Martorell una vez finalizada la Comisión rumbo al Júcar y que manifiesta con estas bellas palabras:
Llevando una gratísima impresión del pintoresco cuanto accidentado valle del Cabriel, lleno por todas partes de bellezas naturales, de incomparable efecto, ya de imponentes murallones verticales de colosal elevación, ya de frondísimos bosques, en donde reposan los pasados siglos, ó bien de vistosísimos saltos con sus rosarios de cascadas y sus irisados cambiantes. Y entre tanta maravilla sigue su eterno y ondulante arrastre la serpiente de líquida plata, y paga murmurando su tributo al río Júcar” (Antonio Martorell, MEMORIA DESCRIPTIVA DEL CABRIEL, 1878).
Vemos como los ríos además de patrimonio tangible, son fuente o soporte de elementos intangibles consustanciales de los territorios por los que discurren; son patrimonios de memoria y de identidad de los pueblos ribereños; son sentimientos e historia de las gentes. Son también recuerdos sublimes, y sin lugar a dudas oferta lúdica y de bienestar interior.
Sin embargo en nombre de un progreso cuestionable o como si de un parque acuático utilizado al libre albedrío se tratase, hemos llegado a ver en los ríos, en sus aguas y en sus edificios tobáceos exclusivamente un recurso; una mercancía a la que se le pone precio sin tener en cuenta que probablemente nos beneficia en mucha mayor medida el agua que no utilizamos que aquella destinada a los usos humanos, y que tiene como fin en muchos casos satisfacer la codicia y el afán especulativo del ser humano.
En la actualidad son las variaciones en los caudales, bien sea por aumento o disminución, los factores que ejercen una repercusión más notoria, siendo las crecidas los procesos que inducen efectos hidro-mecánicos de mayor eficacia: incisión de los dispositivos tobáceos, sobrecrecimiento de marmitas en su seno y retroceso de  cascadas. Todavía cauces con importantes cantidades de carbonatos, mantienen su precipitación si las condiciones lo permiten, incluso construyendo ciertas barreras embrionarias que se insinúan en los lechos (García del Cura et al., 2011). Pero no escasean saltos de agua donde las pequeñas cascadas tobáceas ofrecen una morfología con numerosas cicatrices, testigos de una precipitación de carbonatos muy poco eficaz y en regresión por el efecto erosivo de los terrígenos transportados.
El atractivo turístico que ejercen estos espacios genera otros impactos tales como:
  • Efecto del pisoteo que ocasiona principalmente una erosión superficial en los conjuntos tobáceos. Genera “surcos o vías de erosión” utilizadas luego a modo de sendas o caminos. Estos, con el paso del tiempo y por un efecto de “llamada”, determinan que los visitantes utilicen progresivamente estos senderos erosivos, lo que degrada, todavía más, estos accesos
  • Presencia de áreas de baño y otras actividades recreativas: son frecuentes en muchos tramos fluviales y fluvio-lacustres y su incidencia, por sí sola, no suele ocasionar un impacto de notables consecuencias, pero puede sumarse a los efectos acumulados por todas las actividades anteriores. Además han de tenerse en cuenta actuaciones particulares y municipales que han generado zonas de baño eliminando las orlas de vegetación y creando playas artificiales con aporte de arenas de mineralogía alóctona (muy frecuentemente silíceas) o bien prácticas como el barranquismo o el mismo baño en tramos estromatolíticos que representan una amenaza para estos frágiles conjuntos. Esto nos obliga a realizar una reflexión sobre la forma de realizar barranquismo procurando no pisar los toboganes y zonas de cascadas, que es donde principalmente chorrea agua y cal y se van formando las tobas, así como en los lugares donde se deposita el ecosistema donde plácidamente habitan las cianobacterias responsables de la formación de tobas
Las Chorreras de Enguídanos y Villora son un buen ejemplo de cómo un río ha sido capaz de crear una sucesión de edificios tobáceos. Y uno de los agentes implicados en esa creación ha sido, y sigue siendo nuestras amigas las cianobacterias con un ecosistema que hay que proteger.
La peculiaridad de este paisaje y la irreversibilidad de ciertas acciones humanas exigen una protección administrativa especial ya que las Chorreras reciben muchas visitas y ciertos ataques vandálicos tanto a las Chorreras como al conjunto urbano de “el Salto” que deben ser controlados. Debemos ser respetuosos con la naturaleza de este lugar para que las siguientes generaciones puedan contemplar y disfrutar este paraje construido a través de miles (y millones de años) de la misma manera que hoy lo hacemos. Será también la única manera de seguir realizando senderismo, barranquismo, descensos por sus aguas o baños en las aguas cristalinas de este maravilloso Cabriel. Y un ejemplo de buena fe sería que nos llevásemos los innumerables restos de basura que el voluntariado del municipio de Enguídanos se siente obligado a retirar cada año por la desidia y el poco civismo de algunos bañistas muestran en su visita.
Bibliografía y agradecimientos:
Folleto y vídeo del Geolodía Las Chorreras, IGME (Instituto Geominero), especialmente a Juana Vegas y Gonzalo Lozano y al resto de su equipo -por ser los primeros en “legitimar” y hacer un estudio geológico de este paraje natural, a su Geolodía 2012 en las Chorreras, que es la base del 90% de este trabajo; al Ayuntamiento de Enguídanos, que lo hicieron posible y empezaron a ver a las Chorreras de forma geológica y cultural a las Chorreras hasta conducirnos a una próxima declaración como Monumento Natural y a la Junta de Castilla-La Mancha por implicarse; asimismo, a todas las personas y autores de los textos y fotografías que cito y a diversos artículos de Wikipedia y Google; entre ellos: J. A. González Martín y Mª. J. Gonzáez Amuchastegui con su libro “Las Tobas en España”, Miguel Romero Saiz, Niceto Hinarejos Ruiz, Manuel Cambra Martí, Ignacio Latorre Zacarés, Juan Piqueras Haba y Carmen Sanchos Deusa.


Lago y cueva de El Horón
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